viernes, 11 de abril de 2014

Una vida



Tras este objetivo se esconde una vida. Una vida grande o pequeña, desgraciada o célebre. Puede que sea el asesino de tu hijo, de tu hermano, pero sigue siendo una vida. Una vida que aún se puede arrepentir del mal que ha causado, que aún puede cambiar y dejar las armas.
Aunque esa vida no tiene por qué  ser de un asesino, a lo mejor es de un niño que se cruza por el camino, que con su inocencia sólo va a buscar lo que a otros se les ha perdido. O a lo mejor no hay ninguna otra vida kilómetros a la redonda, ni siquiera la del cadáver sobre el que está sentado el soldado, quieto, frío, sin pulso ni respiración. Su hora ya había llegado, y que tendría, ¿veinte?, ¿treinta años?, ¿tal vez menos? Seguro que sí. Ahora ya no se mueve, no es nada, pronto su cadáver será tierra, de él quedarán los huesos, y la ropa, además del recuerdo de su familia, que esperará eternamente angustiada su imposible regreso.
Por fin ha llegado la hora, el soldado mira, apunta y...

MARINA VEGA FERNÁNDEZ

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