jueves, 10 de abril de 2014

Fuerza

Nací en una granja, era muy grande y bonita me gustaba correr y saltar por el prado y tocar con mis pies descalzos el verde prado, mis padres alimentaban a los caballos, a los perros, y a todos los animales que había allí y sin duda yo era como ellos,
Vi a mi madre muchas veces montar  en caballo pero mi padre por alguna razón no podía o al menos yo nunca lo vi montar aunque estaba muy ligado a una yegua que un día se encontró por el manto, mi padre me contó muchas veces que aquella pequeña y valiente yegua le había salvado cuando se estaba quemando el bosque, desde entonces le cogió mucho aprecio. Un día la yegua tuvo un potro, yo me quise hacer amigo de él porque había niños en aquella zona. Al principio no se me ocurrió ningún nombre pero al ver su robusto y negro cuerpo, todavía pequeño, decidí llamarlo Fuerza. 
Enseguida crecimos y se empezó a acostumbrar a mí, un día mi padre decidió que yo era lo suficientemente mayor como para poder montarlo, pero también me dijo que los caballos sienten el miedo, el terror y la felicidad, además pero yo solo le hice caso cuando me habló de cepillarlo, bañarlo, darle de comer etc. Pronto entendí lo que significaron aquellas palabras, fui un experto de los caballos y estuve ahorrando durante tres años, y cuando por fin ahorre el dinero necesario me compre una silla y participamos en algún que otro campeonato de la zona, algunos los perdimos y otros los ganamos, pero a mí solo me importaba mi caballo.
Unos años más tarde todo parecía que iba normal, hasta que se empezaron a oír unos horribles estruendos, no me gustaron nada y Fuerza estaba muy alterado, mi madre nos escondió  a Fuerza y a mi en una lugar con poca luz, y muy oscuro, era una especie de cobertizo, con una cama, durante los estruendos mi madre empezó a gritar y yo salí y até a Fuerza para que no se escapara, vinieron unos señores, hablaban en otro idioma, pero enseguida vivieron más a estos si los entendí y me decían que necesitaban  reclutar a gente para la guerra yo me resistí no quería pero me obligaron. De repente algo vino a mi lado era casi como un rayo, era Fuerza que venía hacia mi,  aquella gente se puso a gritar y me dijeron que les diera el caballo pero no lo podía permitir, solo tenía  dos opciones darles a Fuerza para que lo mataran en la guerra junto a otros miles de caballos, o llevarlo conmigo como compañero, el parecía decirme que quería ir conmigo así que nos fuimos los dos juntos como buenos amigos. Antes de empezar, me miro le mire, y nos paramos, alguien me disparo en el hombro y yo me estaba desangrando, Fuerza escapó en cuanto me vio así, me quede inconsciente, no veía no y oía hasta que alguien me lamió la cara, me desperté con la voz de un compañero que allí había conocido, allí, junto con Fuerza me llevaron a curarme y me recupere y finalmente pude volver a casa y correr por el verde campo junto a Fuerza.
Cintia  Díaz del Río

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