Mi
papá… Me acuerdo muchas veces de mi papá; de cuando, por las noches, me leía
cuentos para que me durmiese o de cuando, si tenía miedo por las bombas me
decía que sólo era una tormenta y que se pasaría enseguida y, aunque yo sabía
que no era verdad, me tranquilizaba y me dormía. Ahora que ya no está conmigo
me lo imagino en las trincheras recordándome todos los días, luchando para que
crezca en un mundo libre de bombas y de gente mala y rezando para que no me
pase nada malo.
También
me acuerdo de mi mamá. En mis recuerdos ella está más sonriente que nunca, no
está ni llorando ni enfadada conmigo porque la guerra ya se ha acabado y mi
papá está de vuelta. La última vez que la vi estaba fuera, lavando la ropa y
tendiéndola; yo estaba en casa jugando con mi coche y, de repente, escuché a mi
madre gritar. Salí fuera y la vi allí…, quieta…, no se movía…, no decía nada…,
estaba muerta… Yo no sabía qué hacer, ¿qué le diría a mi papá cuando volviese y
mamá no estuviese allí para recibirle?, ¿qué haría yo sin mi mamá? Estaba
asustado, tanto que eche a correr sin saber a dónde iba. Después de un buen
rato corriendo, me dí cuenta de que empezaba a anochecer, me paré en un lugar
lleno de escombros, no sabía dónde estaba, ni si volvería a mi casa… Me senté
encima de un montón de tablas de madera apiladas y empecé a recordar todos lo
buenos momentos que había pasado con mis papás, con mis abuelos, con mi
familia… y me di cuenta de que ya no habría más momentos así, ya no habría más
tiempo para jugar ni para pasárselo bien…, en ese preciso instante, me di
cuenta de que era hora de crecer y dejar las ilusiones infantiles atrás. Estuve
llorando allí durante mucho tiempo, no sé cuánto y recuerdo que dejé de llorar
por mi familia: porque recordé que papá siempre me decía “Llorar es cosa de
chicas, mantente fuerte hijo mío”; y mamá, se ponía triste; y los abuelos, me
daban chocolate para que no me sintiese mal… También los echo de menos a ellos,
sobretodo, cuando íbamos a la iglesia los domingos y la abuela me hacía trajes
para que fuera guapo. La echo mucho de menos… Recuerdo menos a mi abuelo, era
un tipo grande y mal humorado, no me hacía mucho caso y nada de lo que hacía mi
papá le parecía bien.
También
hace mucho tiempo que no veo a los niños de mi colegio.. Ya no están en la
plaza del pueblo… ni en el parque… No sé qué les habrá pasado, ni si los
volveré a ver. Recuerdo con especial cariño a la niña que siempre me miraba de
una forma extraña, pero que me hacía sentirme bien; la que, si me caía, era la
primera que venía a ver si estaba bien o si me había hecho daño. También la
echo mucho de menos a ella… Y a todos los compañeros de clase con los que
jugaba en los recreos.
He
llegado a la conclusión de que la guerra es muy mala para todos, incluso para
los niños, pero aún me quedan muchas preguntas por resolver, por ejemplo: ¿Por
qué se empiezan las guerras?, o ¿Cómo pueden los generales dormir después de
ver a tantos hombres caer? No sé si de mayor tendré que ir a luchar también,
pero espero encontrarme pronto otra vez con todos mis seres queridos, de verás lo
espero…
LARA PRENDES SUÁREZ
2º ESO. IES SELGAS. EL
PITO (CUDILLERO)
Fuente imagen: http://ts2.mm.bing.net/th?id=H.4557000234436437&pid=15.1
Fuente imagen: http://ts2.mm.bing.net/th?id=H.4557000234436437&pid=15.1