28 de Julio
de 1915.
Las nubes
habían tapado el sol, todo estaba oscuro. No había nadie por las calles, todo
estaba vacío.
De repente la
calzada se llenaba de soldados, sus pasos fuertes y uniformes asustaban a las
familias que en ese momento se encontraban en sus hogares.
Dos disparos
sonaron, dos disparos que esa mañana marcaron el comienzo de una gran guerra.
Yo estaba en
el hospital preparando todos los botiquines de emergencias, los soldados ya
habían dado el aviso de que comenzaba la lucha. Estábamos todas preparadas pero
algo en nuestro cuerpo nos hacía mirar unas paras las otras prediciendo la
muerte de muchos soldados.
La hora había
llegado, el campo de batalla se encontraba lleno y nostras nos situábamos en
una orilla, no estábamos muy a salvo pero era el mejor sitio para socorrer a
los soldados.
La batalla
había comenzado. Pro cada gota de sangre de los soldados una lágrima me caía,
recorría mi cara hasta desplomarse en el vacío como les pasaba a los
luchadores.
Teníamos dos
soldados heridos por cada minuto que pasaba, eso se convertía poco a poco en
una batalla, y así todos los días hasta el 11 de noviembre de 1918.
El primer día
de la guerra eran aproximadamente unos 70 millones de soldados de los que han
quedado por el camino 9 millones de ellos.
Las
enfermeras hemos sobrevivido la mayoría a la guerra. Algunas quedaron por el
camino por causa de enfermedades irreparables.
Yo me siento
muy afortunada de haber colaborado en salvarles la vida a los soldados aunque
alguno no hayan podido llegar hasta el final, pero sobretodo agradezco haber
llegado viva.
REBECA 4º ESO - CPEB Aurelio Menéndez
REBECA 4º ESO - CPEB Aurelio Menéndez
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