Cuando
la guerra casi había acabado, los jóvenes y no tan jóvenes decidieron hacer una
fiesta para celebrar la tregua. Pasaron varios días cuando todavía se comentaba
todo lo sucedido, llegaba al pueblo un nuevo habitante. Todos se preguntaban
por qué, si ese lugar no era conocido, y casi nadie sabía de su existencia. El
era joven, alto y guapo, pero lo peculiar era que tenía un tatuaje con el
símbolo alemán del águila. Pensaban que les volvería a traer la guerra.
En
los altos cargos del gobierno decidían si volverían a comenzar la gran batalla,
por el bien de otro país. Cuando todo se decidió, las familias recibieron un
telegrama y se quedaron anonadas ¡Comenzaba de nuevo la guerra! Volvían a
desalojar las casas y dejarles en la calle. Cuando el visitante, Alfredo, pero
apodado como Fre, les explicó que desde un principio si había cooperado con los
alemanes, pero después ayudo a escapar a los prisioneros. La guerra continuaba
de nuevo. Transcurrida la batalla Fre visitó a los generales y les explicó que
pararan la guerra, le hicieron caso, ya que él les había mentido diciéndoles
que tenía un importante cargo en otro país más poderoso. Todo se terminó y
volvió a ser como antes.
Moraleja:
Las apariencias engañan.
Sandra 2º ESO CPEB Aurelio Menéndez
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