En 18-6-1916
estábamos situados en un hospital un poco alejado del campo de batalla, yo era
una de las enfermeras alemanas, me había tocado atender al enfermo doscientos
dieciocho, el cual se había quedado ciego tras el ataque de los franceses en las
trincheras. Este también tenía una bala incrustada en la pierna derecha, además
de varias cortaduras por todo el cuerpo. El primer día que fui a verle para
curarle las heridas supe que era el chico perfecto, ya que era bueno y honesto.
Él estaba asustadísimo ya que no podía, pero yo le tranquilice, después cuando le pregunte como se llamaba él me dijo con una voz angelical:
Yo me llamo
Raúl y vengo de luchar.
Luego yo le
pregunté: ¿has estado en algún lugar fuera de Alemania?
El me
respondió: Si he estado en un precioso lugar llamado Burgos, pero tuve que
volver hasta aquí para luchar por mi patria y ya ves así he acabado.
Tras
hacerle las curas me despedí de él para que pudiera descansar del día tan duro
que tuvo que pasar el joven.
Yo me fui hasta
mi cabaña a dormir, cosa que no pude hacer ya que pase toda la noche pensando
en el joven. Al día siguiente estaba totalmente destrozada pero repuse fuerzas
con mi desayuno. Al llevarle el desayuno a Raúl, él no quería desayunar porque
decía que no tenia hambre, pero yo le obligué a comer porque si no el moriría a
faltas de nutrientes y yo no quería que le pasara nada.
En el 1918 al
acabar la guerra él y yo nos fuimos a vivir juntos ya que nos habíamos
enamorado, tuvimos dos preciosas niñas y nos casamos el 12-7-1923. Desgraciadamente él murió 185 días
después de la boda a causa de una bomba
oculta en el suelo, fue una tragedia para la familia.
Rebeka 2ºESO – CPEB Aurelio
Menéndez
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