Con la mirada perdida
exhausto por el peso de un
compañero herido
lo llevo a la enfermera.
Allí los médicos me dicen que está
muerto.
Caigo abatido de rodillas
sobre el suelo
y me pongo a llorar
porque más que ser mi compañero
era mi hermano pequeño
¡Maldita guerra!
Tatiana 2º ESO CPEB de CERREDO
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